
Por precaución, el pequeño Martín lanza una piedra sobre la tapia. Un sonido seco y metálico semejante “a la chapa de los automóviles cuando chocan” sonó al otro lado. El extraño sonido sorprendió a los dos niños, pues allí dentro tan solo había una antigua maquina de labranza en desuso y ambos sabían que el sonido que habían escuchado no pertenecía al golpe con dicha máquina.
Con precaución entraron al corral y la sorpresa fue mayúscula cuando, en un rincón del corral descubrieron un extraño artefacto parecido a “una gran lamina de metal”, sostenido sobre tres gruesas patas, y envuelto en mil y un colores que llegaba a hacer visibles las vigas y recovecos de aquel corral sin techo…

Tras unos instantes, el objeto comenzó a elevarse con un movimiento de balanceo. Fernando saltó hacia atrás a la desesperada e intento agarrar a Martín para apartarlo de un halo de luz que surgía del centro del objeto. Pero

-“La sensación que tuve fue que algo se me metía en el interior de la tripa. Algo que me dejaba enganchado sin permitir moverme adelante ni atrás. Fue entonces cuando comencé a marearme y a sentir que se me iba el sentido. Esa fue la última imagen que tuve, Creo que caí hacia atrás al tiempo que aquello aceleraba recto y en vertical hacia el cielo mientras las patas se metían dentro del aparato.”
Pocos minutos después, Fernando y el resto de niños que habían acudido tras los gritos de alerta, llevaban en volandas a Martín hasta su domicilio en estado semiinconsciente. No podía articular palabra, su color se había vuelto amarillento y tenía las pupilas completamente dilatadas. El padre de Martín, tras escuchar lo sucedido, supuestamente por Fernando, acude junto con un amigo al corral donde encontraría tres huellas humeantes en posición triangular y un círculo donde la tierra parecía haber sido abrasada. Llenaron una bolsa de plástico con la tierra ennegrecida y volvieron a casa.
Tras los hechos relatados, el pequeño Martín, que hasta entonces había gozado de una salud estupenda, comienza a encontrarse mal. Sufre de dolores estomacales, vómitos y mareos, perdidas de visión…
Tras unas primeras observaciones por los médicos de Tordesillas, Martín es ingresado en el hospital Onésimo Redondo de Valladolid. En este punto comienza una verdadera odisea donde la vida del Martín Rodríguez Rodríguez pende de un hilo en varias ocasiones. En pocos años sufrirá catorce operaciones, las recaídas y las entradas al hospital en estado de coma se convertirán en algo rutinario para él y su familia.
- ” En el colegio se llegó a hacer una colecta para comprarme flores. Cada niño puso cinco duros. Cuando llegué a Tordesillas me di cuenta de que me habían hecho una mortaja. Aquello no se puede olvidar. lo que ocurre es que había vuelto a salvarme… y esta vez nadie lo esperaba. Todos me daban por muerto…”
Uno de los partes hospitalarios en los que Martin ingreso en estado de coma.
I

Fuentes: Archer MDB y Encuentros: la historia de los ovnis en España, de Iker Jiménez
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