
Continuaron su jornada de caza sin darle la mayor importancia hasta que dicha luminaria se situó en un descampado próximo a unos 500 metros de los testigos. Dos de ellos, algo escamados, se decidieron a caminar hacia el lugar realizando señales con sus potentes linternas. A los pocos minutos avisaron al resto de grupo ya que allí había un objeto posado de unos tres metros de altura y cinco de longitud, que parecía “una tinaja puesta al revés”.
La luz roja que en un principio habían vislumbrado era la que coronaba el misterioso artefacto y varias hileras de luces de diversos colores atravesaban todo el perímetro del ovni. Los cuatro cazadores se escondieron tras unas matas al percatarse de la presencia de un ser de mas de dos metros que había aparecido de repente, y que se encontraba estático frente a los testigos. Era de complexión fuerte, no se apreciaba brazos e iba tocando con algo semejante a una escafandra acristalada. El humanoide vestía un mono ceñido y negro brillante parecido al típico traje de los submarinistas. El temor se adueñó de los cuatro cazadores que se acurrucaban para no ser vistos mientras el ser comenzaba una caminata hacia los arboles situados a su derecha.
Avanzaba muy lentamente, paso a paso, hasta situarse dentro del bosquecillo. En ese preciso instante los aterrorizados testigos oyeron una voz cavernosa, gutural que emitía algo como un gemido: “Era un lamento que parecía salir de dentro de un pozo”, afirmaron sin rubor las cuatro personas presentes. El extraño sonido fue suficiente para amedrentar a los testigos que pusieron pies en polvorosa dejando al enigmático ser en el lugar.

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