
Los casos de Combustion humana expontanea siempre son presentados de la siguiente manera: de forma inesperada, la víctima estalla en llamas; el fuego aparece bruscamente y sin ninguna causa, es muy intenso localizado; en un lapso de tiempo muy corto, de minutos o aún de segundos, el cuerpo queda casi completamente destruído y reducido a un pequeño montón de cenizas grisáceas. La víctima no tiene la más mínima posibilidad de pedir ayuda o de realizar maniobras salvadoras.
Mientras los objetos ubicados cerca quedan sin rastro siquiera de haber habido fuego a su lado, incluyendo algunos tan extremadamente combustibles como una pila de periódicos o una caja de fosforos; en numerosas ocasiones, las ropas de la víctima resultan relativamente poco dañadas. Cuando no es destruido, el cráneo queda encogido hasta un tamaño inverosímil. Una capa de hollín grasiento suele quedar depositada en las paredes y en el techo de la habitación.
Y lo peor de todo esto es que a cualquiera le puede suceder.
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